Los vínculos en la política van mucho más allá de las apariencias y a veces no son del todo confiables. La 4t debería de tener cuidado con los nuevos políticos que buscan cobijo en sus filas y, con ello, borrar sus errores del pasado. Eruviel Ávila es un ejemplo de cómo buscan amistad con Claudia Sheinbaum, incluso no concordando con el humanismo mexicano de Morena. Es así como el exgobernador del Estado de México, cuya cuna fue el PRI, ahora pretende lavarse las manos y cambiar de bando.
¿El nuevo gobierno presidencial quiere tal tipo de amigos? Esto resulta cuestionable teniendo en cuenta que Ávila Villegas fue priísta durante años y ahora busca infiltrarse por medio del Partido Verde hacia la política actual. Sin embargo, el pasado lo persigue por más que se resista. Para empezar, Delfina Gómez, quien sí es cercana a la presidenta electa y gobierna actualmente el EDOMEX, ya sacó trapitos al sol con denuncias penales a los antiguos gobiernos, los cuales son más que graves: fraude, robo, enriquecimiento ilícito, abuso de autoridad y delitos contra la hacienda pública.
Por si fuera poco, aún quedan muchas incógnitas como el sobrecosto en muchas de las obras que se llevaron a cabo durante su gestión o la manera rápida en que creció su calidad de vida, pues nació en colonias populares de Ecatepec y actualmente vive en zonas residenciales de la entidad. Los 13 años que el estado estuvo bajo el PRI tienen muchos trapos sucios y se espera que Morena pueda descifrar la verdad de todas las cosas.
¿Claudia Sheinbaum y Eruviel Ávila son amigos? Eso es lo que él anhela, pero la realidad es que entre su reputación y Morena hay mucha corrupción priísta de por medio. Estamos frente a un momento decisivo para la 4T, donde se determinará si el éxito electoral podrá mantener su integridad o permitirá la filtración de antiguos traidores de la nación.